Introducción
Esta "extraña enfermedad" de Teresita, ¿se trata sólo de un problema psíquico o sólo de un problema místico, o bien, intervienen compenetradas causas naturales, preternaturales y divinas?. La enfermedad, la curación, la visión ¿hallan solución en la psiquiatría o en la teología mística?.
Las siguientes líneas representan solamente un "resúmen" sobre la enfermedad que sufrió Santa Teresita, basado en: "Teresa de Lisieux-Obras Completas"; "Historia de Un Alma"; "Escritos Oficiales del Carmelo de Lisieux" así como en el estudio realizado por el Padre Alberto Barrios Moneo(1) en su libro: «Un problema oscuro en la infancia de Teresa de Lisieux - Histeria o Diablo» el cual escribió tomando fuentes de primera mano tales como: Las "Actas y Documentos Oficiales de los Procesos Informativo y Apostólico" para la Beatificación y Canonización de Santa Teresita (que dicho por el mismo autor; -ha tenido la envidiable fortuna de estudiar a fondo en la Ciudad Eterna-) así como las "propias referencias" documentadas en dicho libro; el cual, y como ya se mencionó, estudia, enfrenta y examina la interrogante de la presente anormalidad de la infancia y adolescencia teresiana como: una ¿cuestión psiquiátrica o sobrenatural?, enjuiciando dicho problema desde el punto de vista crítico, histórico y místico.
Contexto del brote de la "extraña enfermedad" y los primeros síntomas
De acuerdo a escritos oficiales de los "Archivos Oficiales del Carmelo de Lisieux" respecto a los posibles antecedentes de la "extraña enfermedad" de Teresita; expresan los siguiente:
1. Teresita se entera por sorpresa en el verano de 1882, que su hermana Paulina iba a entrar en un convento. Para Teresita representaba una traición, porque su hermana Paulina había prometido esperarla y comprendió que iba a perder a su segunda madre.
Teresita tiene una memoria visual altamente desarrollada. Esta hipermnesia(2) puede estar relacionada con los choques traumáticos que experimentó antes. Primero, la separación familiar cuando la Sra. Martin ya no podía alimentar a su hija Teresita y para vivir tuvo que ser amamantada en Sémallé, en casa de Rose Taillé, en marzo de 1873 durante 13 meses. Después, el segundo trauma causado por la muerte de su madre cuando tenía 4 años y medio el 28 de agosto de 1877.
2. El día 2 de octubre de 1882; nuevamente dos eventos volverán a provocar fuertes reacciones en Teresita. Este día, Paulina ingresa al Carmelo. Al respecto, Santa Teresita narra así este acontecimiento: ««¡Ah! ¿Cómo puedo contar la angustia de mi corazón?» - «En un instante, entendí lo que era la vida; vi que era solo un sufrimiento y una separación continua» - «Derramé lágrimas amargas, estaba débil, muy débil; ¡una prueba que parecía estar más allá de mi fuerza!» - «Habiéndolo aprendido por sorpresa, fue como si una espada se hubiera hundido en mi corazón» (ver San Lucas 2, 35) - «Aún me parece estar viendo el lugar donde recibí el último beso de Paulina». Y «pensaba en lo más hondo del corazón: ¡He perdido a Paulina!».
Esa mañana, Teresita no puede acompañar a su hermana porque es su regreso a la escuela como media pensionista. Para Teresita, dejar la unidad familiar ya era difícil para ella, así como regresar a clases en la Abadía.
El primer trauma consciente que describe Teresita es el de la muerte de su madre en Alençon el 28 de agosto de 1877. Ella lo describe como un estado de asombro, sin que exprese la más mínima emoción: «Ve a besar por última vez a tu pobre mamaíta» y «yo, sin decir nada, acerqué mis labios a la frente de mi madre querida». Tiene 4 años y medio, no recuerda haber llorado, lo que significa que no lloró la muerte de su madre: «No recuerdo haber llorado mucho. No le hablaba a nadie de los profundos sentimientos que me embargaban. Miraba y escuchaba en silencio. Nadie tenía tiempo para ocuparse de mí, así que vi muchas cosas que hubieran querido ocultarme». Las consecuencias de esta muerte son el cambio de carácter: de feliz, se pone triste; Teresita se vuelve hipersensible al exceso, nada causará lágrimas que revelen la inmadurez emocional traumática.
La pérdida de su segunda madre Paulina (por su ingreso al Carmelo), reactiva todo esto. Las salas de visitas que siguen en Carmelo son un terrible sufrimiento para Teresita que solo puede hablar con Paulina durante unos minutos, es una gran frustración. Paulina no es consciente de la fragilidad de su hermana, y causa un nuevo trauma para Teresita que tenía plena confianza en ella. Será el lecho de su extraña enfermedad, con la aparición de síntomas. Hacia finales de 1882, comenzó un dolor de cabeza continuo, pero eso no impidió que Teresita continuara sus estudios y, de repente, nadie le prestó atención. Los primeros síntomas de su "extraña enfermedad" comienzan a aparecer.
3. Durante la Semana Santa de 1883, Teresita y Celine se encuentran en la casa del tío Isidoro Guérin. Su padre, Luis Martin se fue con Léonia y María a París. La ausencia del padre debilita a Teresita, adicionalmente las palabras de su tío a la evocación de la dulzura de su madre; reactivan su hipersensibilidad como un volcán dormido que de repente se despierta: «Una tarde, nuestro tío me llevó con él y empezó a hablarme de mamá y de recuerdos pasados con tal bondad, que me emocionó profundamente y me hizo llorar. Entonces me dijo que era demasiado sensible y que necesitaba mucho distraerme, y que mi tía y él habían decidido tratar de hacérnoslo pasar bien durante las vacaciones de Pascua». Aquí tenemos el factor desencadenante: la evocación de recuerdos traumáticos.
Como leímos en el párrafo anterior; su tio comienza a hablar de Celia, mamá de Teresita, con tanta dulzura que provocará lágrimas y temblores en una hipersensible Teresita por lo que, desde el trauma de la muerte de su madre y la aparición de fatiga le impide ir al círculo católico. Teresita así expresa este acontecimiento: «Esa tarde teníamos que ir al Círculo Católico; pero viendo que estaba demasiado cansada, mi tía me hizo acostar. Al desnudarme, me entró un extraño temblor. Creyendo que tenía frío, mi tía me envolvió entre mantas y me puso botellas calientes, pero nada pudo reducir mi agitación, que duró casi toda la noche. Al volver mi tío del Círculo Católico con mis primas y Celina, se quedo muy sorprendido al encontrarme en aquel estado, que juzgó muy grave, pero no quiso decirlo por no asustar a mi tía. Al día siguiente, fue a buscar al doctor, el cual coincidió con mi tío en que tenía una enfermedad muy grave, que nunca había padecido una niña tan joven como yo. No sé cómo describir esta enfermedad tan extraña. Hoy estoy convencida de que fue obra del demonio».
Teresita es invadida por sus emociones que ya no puede manejar y esto provoca en sus reacciones corporales incontrolables incluso, con alucinaciones.
La Enfermedad
Se ha creído descubrir en la enfermedad psicológica teresiana una anormalidad patológica que desemboca en esta enfermedad corporal, orillando el estudio de la misma que sólo puede elaborarse sobre la relación de la propia santa y de los testigos. Es preciso hacer descender los principios de la medicina al caso concreto y aplicarlos sin pasión; pero también es menester no olvidar las enseñanzas de la mística. Teresita no es ninguna niña vulgar, ni espiritualmente considerada. ¿Por qué descartar esta faceta? Un estudio sereno debe mirar el problema desde la psicología y, también, desde la mística. Descartar a cualquiera de las dos, sería parcialidad, y el resultado: incompleto y apasionado.
Santa Teresita ha empleado varias páginas de su manuscrito para contarnos su enfermedad, la visión y la curación. Las dificultades son enormes. Por una parte se advierten síntomas variados que el médico no acierta a clasificar, aun después de haber dictaminado baile o mal de San Vito(3) e histeria.
Aparecía parte de histeria, parte de corea(4) y aplicó los remedios oportunos sin resultado.
Por otra parte, se presenta una enfermedad psíquica que lleva casi seis años torturando a la niña. A todo se debe añadir una vida espiritual intensísima, tanto que ha podido afirmar que desde los tres años no ha cometido falta deliberada, este último dato es esencial. Si muy extraña es la enfermedad para el médico y los familiares, muchísimo más extraño es el grado de santidad de aquella niña de 10 años y unos meses. La dificultad máxima reside en que estos tres elementos: malestar físico, psíquico y espiritualidad desbordante se encuentran juntos en una niña. El Doctor Notta(5) juzga las señales externas de la enfermedad, Isidoro Guerin(6) puede afirmar la reacción dolorosa de su sobrina ante la ausencia de su madre, pero ni uno ni otro saben nada de la santidad de aquella niña. Teresita es una niña, pero es una niña santa. Los dos elementos: infancia y santidad son esenciales y por tanto imprescindibles.
La Historia de un Alma silencia las convulsiones, las crisis motoras de la enfermedad; en cambio habla muy claro de las alucinaciones, los desvanecimientos, los gritos de terror, los delirios así como Santa Teresita lo describe: «No es extraño que temiese haber fingido estar enferma sin estarlo de verdad, pues decía y hacía cosas que no pensaba. Parecía estar en un continuo delirio, diciendo palabras que no tenían sentido, y sin embargo estoy segura de que no perdí ni un solo instante el uso de la razón. Con frecuencia me quedaba como desmayada, sin hacer el menor movimiento; en esos momentos, me habría dejado hacer todo lo que hubieran querido, incluso matarme; sin embargo, oía todo lo que se decía a mi alrededor, y todavía me acuerdo de todo. En una ocasión me aconteció estar mucho tiempo sin poder abrir los ojos, y abrirlos un instante al encontrarme sola». Los síntomas de la enfermedad comenzaron el 25 de marzo de 1883 por la noche y terminó el 13 de mayo. Duró poco más de mes y medio, cinco semanas de angustia. (Sin embargo, no olvidemos que los choques traumáticos en Teresita inician desde los 4 años y medio con la muerte de su mamá).
«Su cama estaba puesta en una alcoba grande, entre la cabecera y los pies había un espacio vacío». Teresita «estaba en una cama muy grande y muy alta, en una habitación hermosa y con piso, con la cama en medio para impedir así seguramente se diera contra las paredes por los brincos repentinos de las convulsiones que transcurrieron los días por la enfermedad». El techo era alto y grande.
Durante las siguientes líneas y hasta finalizar este artículo, se presentaran diversos testimonios de quienes fungieron como testigos y sus declaraciones fueron documentadas durante el Proceso de Beatificación de Santa Teresita del Niño Jesús.
Testimonio de Marcelina Husé, doncella de servicio de los Srs. Guerin relata el principio de esta enfermedad:
- «Fui testigo del comienzo de esta enfermedad extraña. Habiendo ido don Luis a París en las vacaciones de Pascua con sus hijas mayores, Sritas María y Leonia; nos dejó a las dos pequeñas Sritas. Celina y Teresita con nosotros. La Srita. Paulina había ingresado en el Carmelo en el octubre pasado. Esta separación había sido muy dolorosa para la Sierva de Dios, que se había esforzado por reprimirse, ocasionándose sin duda, al menos parcialmente, la enfermedad que se declaró súbitamente en esa época. Después de una conversación con su tío, Isidoro Guerin fue asaltada de un temblor nervioso, al cual sucedieron crisis de terror y alucinaciones que se repetían varias veces al día. En los intervalos quedaba muy debilitada y no se la podía dejar sola.» -
- «Se manifestó súbitamente por un estado de fiebre, y sobre todo por un gran nerviosismo que determinaba crisis de terror al menor ruido o a la menor sorpresa. No estaba aún en este período de estado de delirio, sino en habitual sobre excitación. «Me parece que conservaba el conocimiento aún durante las crisis; y, pasada la crisis, conservaba el recuerdo de lo que había pasado. «Este primer período fue más benigno que el siguiente.
- «La enfermedad quedó suspendida inesperadamente durante 24 horas, lo suficiente para que la niña pudiera asistir a la ceremonia de la toma de Hábito de su hermana Paulina. «No cesaba de decirnos que asistiría a la toma de Hábito de su hermana Paulina que debía tener lugar días después.» -
A continuación los testimonios de su hermana María Martín (Sor María del Sagrado Corazón) y su prima hermana María Elisa Guerin (Sor María de la Eucaristía)...
- María Martín:
- «A los 10 años la Sierva de Dios fue herida de una extraña enfermedad, enfermedad que ciertamente venía del demonio, que, como dice ella en su manuscrito, había recibido poder sobre ella. Dice que durante su enfermedad no perdió un solo instante el uso de la razón. En efecto, jamás le oí decir una palabra que no tuviera sentido, y jamás estuvo delirando. Pero tenía visiones aterradoras que helaban a quienes oían sus gritos de angustia. Algunos clavos, metidos en los muros de la habitación, se le aparecían de repente como gruesos dedos carbonizados, y exclamaba: ¡Tengo miedo, tengo miedo!. Sus ojos tan serenos y tan dulces, tenían una expresión de espanto, imposible de describir.» -
- «Otra vez vino mi padre a sentarse junto a su cama, tenía el sombrero en la mano. Teresa le miraba sin decir palabra porque hablaba muy poco durante la enfermedad. Después, como siempre, en un abrir y cerrar de ojos, cambió la expresión, clavó sus ojos en el sombrero, y gritó: ¡Oh! ¡La horrible bestia negra! Los gritos tenían algo de sobrenatural. Había que haberlos oído para darse una idea.» -
- «Un día estaba presente el médico a una de esas crisis, y dijo a mi padre: La ciencia es impotente ante estos fenómenos, no hay nada que hacer. Puedo afirmar que el demonio intentó matar a mi hermana. Su cama estaba puesta en una habitación grande, y a la cabecera y a los pies había un espacio vacío por donde intentaba precipitarse. Sucedió esto muchas veces, y me pregunto cómo no se abrió la cabeza sobre el piso, sin embargo, no tenía una rozadura. También muchas veces quería hablarme y no emitía sonido alguno. La crisis más terrible de todas la cuenta ella en su vida, creí que en ella sucumbiría. Viéndola agotada en aquella dolorosa lucha, quise darle de beber, pero gritó aterrorizada: ¡Me quieren envenenar! Entonces fue cuando me arrojé, con mis hermanas, a los pies de la Santísima Virgen.» -
María, hace una descripción veraz, acertada y completa de la enfermedad. Por una parte no rehuye presentar los síntomas que debieron analizar los psiquiatras; las visiones aterradoras, los gritos angustiosos, los ojos espantados, el mutismo casi absoluto, las volteretas sobre la cama que la arrojaban contra el suelo, los deseos de hablar que se quedaban ahogados en la garganta. Por otra parte, y no obstante las señales apuntadas, afirma la clarividencia de Teresa, luminosa, constante aún en medio de sus alucinaciones, síntoma por sí solo para despistar a cualquiera, como ocurrió al médico. Nada extraño que atribuya la causa al demonio.
- María Guerín (Sor María de la Eucaristía):
Su prima es más concisa y presenta un cuadro esquemático del progreso de la enfermedad.
- «La Sierva de Dios -dice-, estaba en casa de mis padres, por ausencia del suyo, cuando se declaró la enfermedad que padeció a los diez años. Comenzó el mal por temblores violentos que, al principio, hicieron creer que fuera fiebre. Después se manifestó, con la depresión, un estado de semi-alucinación que le hacía ver diferentes objetos o las actitudes de aquellos que, la rodeaban bajo formas terroríficas. En el período más intenso, padeció muchas crisis motoras, durante las cuales realizaba movimientos rotatorios de todo el cuerpo de que no hubiera sido capaz absolutamente estando sana. El médico, Dr. Notta, no se pronunció claramente sobre la naturaleza. Mi padre (Isidoro Guerín), que por su profesión y sus estudios era muy experto en el conocimiento de sus enfermos, no podía resolverse a ver tan sólo una enfermedad natural. Veía una acción del demonio.» -
Naturaleza de la Enfermedad
Dos soluciones se han presentado para explicar este malestar extraño: una enteramente natural. Se trata, dicen, de un caso de baile de San Vito o de histeria infantil. Otra; enteramente preternatural: es una obsesión diabólica externa, muy común en las noches pasivas de las almas santas. ¿Cuál de las dos es más cierta? ¿O es que se presentan ambas causas mezcladas y conjuradas contra la pobre niña?, aún suponiendo una enfermedad de carácter puramente psiquiátrico, cuya curación dependiera enteramente de un psiquiatra, nada supondría en orden a la santidad de Teresita, puesto que curó sin que de ella quedase huella a partir del 25 de diciembre de 1886.
En "Historia de un Alma" se la califica de «extraña enfermedad», término que ha hecho fortuna entre los escritores teresianos, cuya mayor parte siguen ciegamente las directrices de la Santa que achaca al demonio su grave malestar. Es muy notorio este dictamen teresiano, tanto más que parece no haber brotado en las exaltaciones de la curación milagrosa, ni de las impresiones recogidas en la familia, sino años más tarde, adquirida ya la serenidad de su alma con las palabras del Padre Pichon(7).
Santa Teresita escribía en 1895, doce años después de aquella primavera de 1883: «Ahora estoy convencida que fue obra del demonio». Esta confesión, escuchada de labios de un alma experimentada en las lides del espíritu y próxima a escalar las cumbres de la transformación mística, es digna de considerarse, máxime sabiendo su serenidad de juicio y su oposición sistemática a esta clase de intromisiones preternaturales y de fenómenos extraordinarios. No debe perderse de vista que es muy común en la "hagiografía católica" esta clase de pruebas. De ello habla expresamente Santa Teresita.
Histeria Infantil
Al Dr. Notta le insinuaron, por lo menos, la posibilidad de una fase de histeria infantil; pero, observados más atentamente los síntomas, dictaminó: «Désele el nombre que se quiera; para mí no es histeria». No andaba desacertado el médico para tal sospecha. En Teresita había motivos aparentes, que es; preciso estudiar. ¿Qué vio el Doctor para retirar el diagnóstico que circulaba en medio de aquella angustia de la familia?.
Durante el Proceso de Beatificación quedó claro la nobleza del Dr. Notta; leamos los siguientes testimonios:
- Celine:
- «Decía el Dr. Notta no haber visto caso semejante en una niña tan pequeña, y declaró impotente a la ciencia.» -
- María:
- «Decía no haber encontrado jamás un caso parecido. Le oí confesar a mi padre su impotencia.» -
- «Un día estaba presente el médico en una de estas crisis, y dijo a mi padre: La ciencia es impotente ante estos fenómenos. No hay nada que hacer.» -
Tomando en cuenta los estudios y fundamentos de la crisis histérica, realizados por Charcot(8) y la Escuela de Salpetriere(9), comprende tres períodos distintos: «tetánico, clónico y de alucinaciones».
El primero de los períodos arriba mencionados es el tetánico. «La histérica si se encuentra de pie girando sobre sí misma, y cae pesadamente, como una masa, lanzando al mismo tiempo un grito penetrante. Todos sus miembros se ponen rígidos, el cuello hinchado, la boca abierta, los ojos convulsos y los dedos rígidos. La contractura es tan fuerte sobre los músculos dorsales que el cuerpo puede incurvarse hacia atrás como un arco de puente, apoyándose sólo en los talones y en el occipucio. Luego el cuerpo rígido entra en una gran agitación de pies a cabeza por sacudidas cada vez más enérgicas; la cara se contrae en expresiones horribles con infinitas muecas».
Después de un reposo de pocos minutos, sobreviene el segundo período clónico o de grandes movimientos. «La paciente se levanta bruscamente, como si un resorte la impulsase, se incurva en arco de círculo, rebota fuera de la cama, hace mil contorsiones inverosímiles, con gritos y gemidos roncos, que son verdaderos aullidos y voces atroces».
La tercera fase, llamada de alucinaciones: «Se produce después de unos minutos de reposo; la histérica se levanta, ajena a todo; queda sin conocimiento, no ve nada, entregada a un delirio entrecortado por alucinaciones en relación con sus recuerdos o sus trabajos habituales».
Períodos tetánico y clónico
«De acuerdo a un estudio minucioso de los Procesos de Canonización(10) de Santa Teresita, se obtienen muchos síntomas pertenecientes a los períodos tetánico y clónico».
Así se observa el período tetánico de la posición de los ojos, de acuerdo al testimonio de su hermana María Martín:
- «Los ojos tan serenos y tan dulces, tenían una expresión de espanto, imposible de describir. (Subrayamos, sin embargo, que en la histeria, en el momento del ataque, son más inexpresivos). Su rostro estaba Pálido y transparente, los rasgos dolorosamente contraídos. Se erigía sobre la cama, y poniendo su cabeza ante sus pies ejecutaba una voltereta que muchas veces la arrojó brutalmente contra el suelo por encima del barandal de la cama. Por último se advierte la gran agitación de pies a cabeza: Comenzando por temblores violentos.» -
Ahora se describen los grandes movimientos del período clónico.
- «Frecuentemente era empujada por una fuerza desconocida a precipitarse por la cabecera de su cama contra el pavimento. Se ponía, de repente, de rodillas, y sin ayudarse de sus manos, se apoyaban sobre la cama, intentaba hacer llegar los pies adelante.» -
- «Tomaba sobre la cama actitudes y ejecutaba movimientos de una gimnasia extraña. Una vez se arrojó contra el suelo por encima del barandal de la cama sin hacerse el menor mal, no podíamos dejarla sola. Un día que me ausenté por tan sólo unos instantes, aprovechó mi ausencia para arrojarse contra el suelo por encima de la cabecera de la cama. Al volver quedé aterrada, pero no se había hecho ningún daño. Cuando se declaraban las crisis convulsivas quería precipitarse por encima del barandal de la cama y nos veíamos precisadas a sostenerla, además de estos movimientos rotatorios que la arrojaban contra el suelo, experimentó otra forma de accesos, directamente suicidas, manifestados en los violentos golpes que se daba en la cabeza violentamente contra la cabecera de la cama, como para matarse. A todo esto se juntaban gritos estremecedores, (los testigos los calificaban de desgarradores que helaban a quienes los oían).
Continúa María; lanzaba gritos aterradores y tenían algo de sobrenatural; había que haberlos escuchado para darse una idea.» -
Ahora se describe el tercer periodo, el de las alucinaciones, en el cual, aquí se hace a un lado a Teresita de la histeria, precisamente en lo esencial:
¿Acaso no tiene alucinaciones?, histéricas, no. Las alucinaciones histéricas se posesionan de tal modo de la persona, que le arrebatan su distintivo, es decir, la razón. Entonces, ¿Cómo fueron las alucinaciones de Teresita? Todas fueron presididas por estas mismas palabras de la Santa, que son esenciales en esta enfermedad, así como lo describe la misma Teresita «Decía y hacía cosas que no pensaba. Parecía estar en un continuo delirio, diciendo palabras que no tenían sentido, y sin embargo estoy segura de que no perdí ni un solo instante el uso de la razón».
Dicho lo anterior, se probará el porque las alucinaciones de Teresita son la antítesis de la histeria. De acuerdo a la naturaleza de estas alucinaciones histéricas, la persona queda sin conocimiento, no ve nada; y versan acerca de sus recuerdos o trabajos habituales. Ninguna de estas tres condiciones se encuentran en Teresita, sus alucinaciones no son de recuerdos ni de sus trabajos habituales, sino que tienen carácter de presente. Se transforman los objetos que tiene ante sí. No son, pues, un delirio de quien tiene cerrados los ojos y comienza a hablar de su vida pasada, de sus dolores, de sus ocupaciones. La Santa tiene abiertos los ojos, y aquello que ve se transforma en imágenes horrorosas. La diferencia es grande.
Leamos con atención los siguientes testimonios de sus hermanas:
- María Martín:
- «Los objetos más Insignificantes tomaban a sus ojos la forma de monstruos horribles». -
- «Algunos clavos de las paredes de la habitación le parecían de repente como dedos muy grandes carbonizados, y exclamaba: ¡Tengo miedo, tengo miedo!». -
- «Son crisis de terrores extraordinarios». -
- Leonia Martín:
- «Los clavos de las paredes tomaban a su vista formas horribles que le causaban espanto».-
- «Con frecuencia no reconocía a los suyos. Sobre todo una tarde se espantó tremendamente, al acercarse mi padre teniendo el sombrero en la mano. Ese objeto le pareció una bestia terrible». -
- «Llegado el mal a su estado agudo, se manifestó mediante crisis de terror que se declaraban, inopinadamente, a causa de graves circunstancias, con frecuencia varias veces al día». -
- «Las crisis sucedían sin interrupción. Nos parecían como accesos, casi continuos, de terror delirante». -
- Paulina Martín (Madre Inés de Jesús)
- «Eran crisis de terror con visiones horribles». -
- María Guerín - Sor María de la Eucaristía (Prima)
- «Un estado de semialucinación que le hacía ver los diferentes objetos o las actitudes de aquellos que la rodeaban, bajo formas terroríficas». -
Ahora podemos preguntar. ¿Es histeria la enfermedad de Teresita?.
El diagnóstico del doctor Notta fué claro y seguro: «No era histeria». ¿En qué se fundó? Sería difícil averiguarlo hoy. Ciertamente que apuntó una razón, la edad de la niña, que, aunque no destituida de base, no era definitiva. La histeria rarísima vez aparece antes de la pubertad. Teresita, a sus diez años era una niña normal.
Por testimonio de María, se conoce el tema de una conversación entre el Sr. Guerin y el Dr. Notta sobre el caso de Teresita: «Que sobrepasaba todos los cálculos de la ciencia; que si esos síntomas se hubieran producido a los catorce o quince años los habría comprendido, pero que en una niña de diez años eran inexplicables».
Sobre esta conversación parece basarse el Padre Carlos María Staehlin S. J. cuando afirma lo siguiente en su libro "Teresa Martín, La Santa de Lisieux": «Se manifestó (el médico) contrario a una sospecha de histeria -no se creyó que en las niñas pudieran darse reacciones histéricas antes de la pubertad- y así dio lugar a la versión de una extraña enfermedad de carácter diabólico».
Causa Preternatural
Creemos que no puede negarse la existencia de una causa preternatural en la enfermedad de Teresita Martin. Desde Job a Jesús, de Jesús hasta hoy y todos los Santos, han experimentado, de un modo u otro, la intervención de Satanás. El hombre es algo más que materia, es espíritu. Y el espíritu y la materia constituyen, los dos, sustancialmente unidos, al hombre.
Mutuamente repercuten los fenómenos corporales en el espíritu, y los espirituales en el cuerpo. Además, el demonio tiene poder para influir en el cuerpo, por supuesto siempre con el Permiso de Dios. La enfermedad de Teresita es un malestar del cuerpo. Ese malestar ¿fue producido por causas físicas?; creemos poder afirmar que no es por causas naturales, sino preternaturales. La naturaleza puede explicarnos esas crisis, esas alucinaciones, pero eso no es toda la enfermedad. Existen otros síntomas que pueden, de hecho, elevarla de rango. Aunque algunos hallaran solución mediante la psiquiatría, otros no la pueden encontrar.
Lo más lógico es que, no pudiendo aclararnos toda la enfermedad de Teresita como una causa natural, acudamos al último término; a la preternatural como su única y más probable solución.
Hay cinco síntomas que parecen dictaminar la enfermedad como efecto de una obsesión del demonio. Teresita: «resulta sin daño alguno de las caídas y golpes» - «brilla en la enfermedad su modestia» - «conserva pleno conocimiento de sus facultades» - «es probada con los escrúpulos» y «es curada súbita y perfectamente».
Es muy notable que la niña «no se hiriera nunca». Los tratadistas místicos advierten que casi siempre se ve clara la protección de Dios sobre estas personas, para que no se lesionen la cabeza ni se quebranten los miembros, como naturalmente debería acontecer en las caídas y en los golpes que les infringe el demonio.
Al respecto, leamos el testimonio de Celine Martín (Sor Genoveva) durante el proceso de la causa de Beatificación:
- «Asistí, refiere Celina, a escenas aterradoras: se daba con la cabeza contra la madera de la cama como para matarse; estaba en una cama grande y muy alta; se levantaba erguida sobre la cama, y, poniendo su cabeza ante sus pies, ejecutaba una voltereta que muchas veces la arrojó brutalmente al suelo por encima de la balaustrada de su cama -la habitación estaba pavimentada-, y nunca se hizo mal alguno». -
Su hermana María es más terminante:
- «Puedo afirmar que el demonio intentó matar a mi hermana. La cama estaba puesta en una alcoba grande, y a la cabecera y a los pies había un espacio vacío por donde intentaba precipitarse. Sucedió esto muchas veces, y me pregunto cómo no se abrió la cabeza contra el suelo. Sin embargo no tenía ni una rozadura. Otras veces se daba violentamente contra los bordes de la cama. Frecuentemente era empujada por una fuerza desconocida a arrojarse contra el suelo. Otras veces se daba fuertemente contra la madera de su cama. Cuando se declaraban las crisis convulsivas, quería precipitarse por encima de la cabecera de la cama, y nos veíamos obligadas a sostenerla. Un domingo me había quedado sola velándola durante la misa mayor. Viéndola muy serena, me atreví a dejarla unos instantes. a mi vuelta la encontré extendida en el suelo. Había podido matarse o herirse gravemente; pero, gracias a Dios, no tenía ni un rasguño». -
Después de escuchar estos testimonios, se podrá insinuar que los histéricos no se hieren en las caídas, como ocurre en los ataques de epilepsia. Ciertamente hay caídas, que, aunque en apariencia parezcan tener que causar la muerte o lesión, de hecho no producen ni un rasguño. No obstante ¿debe aplicarse esa norma a nuestro caso? Celina nos advierte que: - «era arrojada brutalmente contra el suelo por encima de la cabecera de la cama, que era muy alta». -
Su hermana María se pregunta ¿cómo no se abrió la cabeza en esos momentos, al ser empujada por una fuerza misteriosa a tirarse contra el suelo?. Nos preguntamos: ¿son éstas las caídas de una histérica?, ¿no se ve nada especial en esa manía de arrojarse contra el piso? De todas formas, no encuentran solución natural los golpes que se daba con la cabeza contra la cabecera de su cama, fuerte y violentamente, como para matarse. Naturalmente debía haberse herido o hecho daño.
Si está bien relatar la enfermedad con sus convulsiones, no debe olvidarse este importante detalle, que puede abrir los ojos sobre la naturaleza del extraño mal.
María nos revela otro pormenor muy elocuente que nos permite sospechar fundadamente la existencia de una causa mayor:
- «Se pueden mirar también como favor sobrenatural ciertas particularidades de la extraña enfermedad» - «Jamás se hirió en los choques violentos de cabeza que se daba bajo el imperio de ese mal misterioso». - «También he dicho cómo su pudor se encontraba misteriosamente salvado en las actitudes que he descrito. Pero, sobre todo, es necesario recordar aquí; la aparición de la Santísima Virgen con que terminó milagrosamente esta prueba». -
En otro momento refiere la siguiente particularidad:
- «En varias ocasiones, bajo esa influencia que yo creo diabólica, se ponía de repente de rodillas y sin ayudarse de sus manos, se apoyaban sobre la cama e intentaba dar una voltereta. Luego, en esta postura, que debía Infaliblemente descubrirla, quedaba siempre modestamente cubierta con gran admiración mía. No pudiendo explicarme esto, lo atribuyo a una intervención celeste». -
Y llegamos a un punto decisivo en el dictamen de esta extraña enfermedad. ¿Perdió Teresa el conocimiento? Se entiende durante los ataques. La niña sufrió alucinaciones, que por su gravedad, si procediesen de la histeria, deberían haber producido la pérdida del conocimiento. La persona histérica no oye, ni ve, ni menos recuerda tras la crisis cuanto le ha ocurrido durante ella. Teresita en cambio conservó siempre el uso completo de sus facultades, esta es una razón muy fuerte en el caso que estudiamos, para afirmar fundadamente la existencia de una causa preternatural, clasitlcada entre las obsesiones diabólicas. El demonio es impotente para privar del conocimiento, de modo que la persona conserva su libertad interna, aunque no la externa. Así se explica cómo uno puede darse cuenta perfectamente de cuanto le ocurre, y sin embargo, ver a su cuerpo como juguete del demonio.
Respecto lo anterior; están los siguientes testimonios de sus hermanas:
- Celina (Sor Genoveva):
- «Decía cosas que no quería decir y perdía aparentemente el uso de los sentidos, pero sin embargo no estuvo un solo instante privada de su razón; lo testificó más tarde». -
- Paulina (Madre Inés de Jesús)
- «Ella misma dijo más tarde que no había perdido un momento el uso de la razón, y que cuando parecía privada del sentido, oía y comprendía cuanto se decía en torno suyo». -
La fuente de estos dos testimonios es la propia Santa Teresita, que afirma rotundamente, con solemnidad inusitada sobre ella misma: «No es de maravillar que temiera haberme hecho la enferma sin estarlo de verdad, porque decía y hacía cosas que no pensaba; casi siempre parecía delirar diciendo palabras sin sentido, y sin embargo estoy segura de no haber estado privada un solo instante del uso de mi razón. Frecuentemente parecía desvanecida sin hacer el más ligero movimiento. Entonces, me habría dejado hacer cuanto hubieran querido, incluso matarme. Con todo, yo oía todo lo que decían en tomo mío, y todavía me acuerdo de todo ello».
Naturalmente la afirmación podía decidir el juicio de la naturaleza de la enfermedad. Por eso, el Tribunal del Proceso Apostólico interrogó a María, quien respondió reafirmándose y probando su aserto por lo que había visto y observado en su hermana y también apoyándose en sus confidencias íntimas:
- «Tengo la seguridad de que aún en lo más agudo de las crisis, la Sierva de Dios conservaba intacto el uso de sus facultades superiores. Sufría violencia en sus sentidos; pero no perdía la conciencia de sí misma. Me daba perfectamente cuenta de ello observándola, y más tarde, me aseguró que durante las crisis oía y comprendía cuanto se decía en torno suyo, y que en particular, en la gran crisis final que duró como una hora, no había cesado un solo instante en orar interiormente a la Santísima Virgen». -
La afirmación es solemne y se apoya en un testigo, el más calificado de todos; -para entender este comentario, recordemos que María, fue la hermana mayor de Teresita y quién estuvo cuidándola durante toda su enfermedad ya que para ese momento, Paulina (a quién Teresita había adoptado como su segunda madre después de la muerte de su mamá Celia) ya estaba en el Carmelo de Lisieux-, asimismo, María, a estas observaciones personales añade un dato elocuente de la propia Santa Teresita: «en la última y más atroz de sus crisis estuvo enteramente pasiva, juguete de un ser extraño que no pudo arrebatarle la luz de su inteligencia y la fortaleza de su voluntad al estar suplicando durante una hora a la Madre de Dios para que se compadeciera de ella», así como la misma Santa Teresita lo describe a continuación: «También la pobre Teresita, al no encontrar ninguna ayuda en la tierra, se había vuelto hacia su Madre del cielo, suplicándole con toda su alma que tuviese por fin piedad de ella».
No podíamos hallar prueba mayor en confirmación de una obsesión externa diabólica, manifestada en la acción sobre la lengua y sobre los gestos. La Santa conserva el conocimiento y la libertad interna, no la externa. Creo que la experiencia mística de la Santa es aquí decisiva. Experimentada en la dirección de las almas, conocedora de los tratados espirituales y elevada a las alturas de la perfección, es muy digna de crédito, sobre todo cuando califica, con toda sinceridad y verdad, su propia vida espiritual, en cuyos juicios nunca se equivocó. Años más tarde, en 1895, enjuiciaba así la causa preternatural de su enfermedad con exactitud más propia de un teólogo que de una monja de clausura, distinguiendo maravillosamente los poderes del ángel caído, limitados a lo exterior del alma: «Pienso que el demonio había recibido un poder exterior sobre mí, pero que no podía acercarse a mi alma ni a mi espíritu, a no ser para inspirarme grandísimos terrores a ciertas cosas».
He ahí toda su enfermedad y su causa, Teresita se siente juguete del demonio. Tiempo atrás ella misma escribía con aplomo insólito: «No sé cómo describir una enfermedad tan extraña. Hoy estoy convencida de que fue obra del demonio». «La enfermedad que me aquejó provenía, ciertamente, del demonio».
Visión y Curación
- La Visión:
Es muy común en la hagiografía católica la intervención de la Madre de Dios para curar o salvar de algún peligro corporal a sus hijos, los Santos. Teresita de Lisieux no fue la excepción. También ella sintió la caricia maternal precisamente en la crisis mayor de su enfermedad, cuando parecía que su vida declinaba para siempre.
La narración en "Historia de Un Alma" es muy emotiva y, por otra parte, muy escuchada para comentarla, por lo que preferimos también completarla brindando al lector los siguientes testimonios de los testigos:
- María Martín (Sor María del Sagrado Corazón)
«La crisis más terrible de todas fue la que refiere la misma Sierva de Dios en su autobiografía. «Creí que iba a sucumbir». Viéndola agotada en aquella lucha, quise darle de beber y respondió: «¡Quieren matarme, quieren envenenarme!». Fue entonces cuando me arrojé con mis hermanas a los pies de la Santísima Virgen, suplicándole que tuviera piedad de nosotras. Pero el cielo parecía sordo a nuestras súplicas, por tres veces renové la misma oración. A la tercera vez, vi a Teresita que se fijaba en la estatua de la Santísima Virgen. Su mirada estaba radiante, como en éxtasis. Comprendí que veía, no a la estatua, sino a la misma Santísima Virgen.
La visión me parece duró 4 ó 5 minutos. Después cayeron dos gruesas lágrimas de sus ojos, y su mirada, dulce y límpida, se fijó en mí con ternura. Cuando estuve a solas con ella le pregunté por qué había llorado. Dudó en confiarme el secreto, pero, advirtiendo que yo lo había adivinado, me dijo: «Es porque ya no la veía». «En la gran crisis final, que duró como una hora, ella no cesó un solo instante de orar interiormente a la Santísima Virgen».
Las cuatro hermanas al mismo tiempo, imploraban de la Madre de Dios un prodigio. Se advierte admirablemente en este rasgo, cómo la santa niña era en verdad presa de un ser extraño que no consigue arrancarle su libertad y las operaciones de sus facultades espirituales.
Prestemos atención a los testimonios de -María y Celina- que contemplaron a su hermanita mirando a la estatua y no dudaron de la veracidad de la visión.
- «Viendo su actitud, dirá María, y su mirada estática, comprendí enseguida que veía a la Santísima Virgen». -
- «Viéndola mirar a la estatua de la Virgen, irradiada la mirada en un éxtasis -testimonia Celina- no tuve la menor duda de que la Santísima Virgen se le había aparecido. Tan persuadida estaba, que no recuerdo haberle pedido conocer una cosa que yo sabía tan bien como ella». -
Fruto de esta primera relación y de otras que a lo largo de su vida carmelitana vivieron, sin duda, fue el siguiente testimonio de Paulina, la Madre Inés de Jesús:
- «Durante la novena que hacíamos por ella a Nuestra Señora de las Victorias de París, se produjo una crisis más penosa que las demás. Mis hermanas presentes, comenzaron a invocar a la Santísima Virgen, a los pies de una estatua que estaba en la habitación. También Teresita, durante la crísis misma, se puso a invocar a María. De repente vio, -me dijo-, que la estatua se animaba, y la Santísima Virgen comenzó a avanzar hacia ella y a sonreirle. Desde ese momento no reapareció más huella alguna de su mal». -
- «En su última enfermedad, -continua Paulina- puse junto a ella, en la enfermería, esa misma estatua que adornaba entonces su dormitorio cuando niña. La miraba complacida. Estaba yo junto a su cama con nuestra hermana, María del Sagrado Corazón, y dijo: «Nunca me ha parecido tan bella, pero hoy es la estatua. Entonces, bien lo sabes, no era la estatua».
Es innegable la existencia de la visión. La mejor prueba la expone la propia Santa Teresita con sus testimonios, con la salud recobrada, con la mutación de las facciones de su rostro, con su mirada estática presenciada por María y Celina:
«De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la encantadora sonrisa de la Santísima Virgen».
No se puede pensar en una alucinación propia de la enfermedad, aún supuesta la "existencia de la anormalidad histérica o del mal de corea". Esas alucinaciones, como se ha podido comprobar, son de naturaleza opuesta, terroríficas y dejan en quien las tiene una depresión completa. Aquí Teresita, mientras «ora con sus hermanas ante la imagen, se siente curada por la sonrisa de la Virgen». Es lo contrario de la alucinación esa sonrisa que le arranca todas las penas y le devuelve la salud perdida.
- La Curación
Según Jerónimo Ribet(11), una de las mejores señales, acaso la más convincente de obsesión diabólica, es la curación súbita e instantánea. En Teresita es innegable. La curación va precedida y valorada por una visión sobrenatural de la Madre de Dios. No se podían pedir garantías más estupendas.
"La visión era el vehículo del milagro". Se trata de un milagro llamado por los teólogos «quoad modum o praeter naturam» -preternatural: más allá de lo natural-. La Madre de Dios es el instrumento del que Dios se sirve para curar súbita y perfectamente a Santa Teresita de un mal que le había llevado al borde del sepulcro. La niña estaba desahuciada ante la impotencia de la medicina y, naturalmente, debía haber sucumbido en una de aquellas crisis agotadoras, acaso en la que precedió a la aparición. La enfermedad era mortal.
El Breve de la Beatificación de los documentos pontificios probados cuidadosamente durante el proceso califica la curación de «mirabilis ac subitanea sanatio». Las Letras Decretales de la Canonización afirman: «prodigiose fuit liberata».
Pero donde se encuentra resuelto para siempre el problema de la curación es en El Breve de la Heroicidad de las Virtudes. El argumento es innegable. Se cree a los testigos, cuando afirman la existencia de la enfermedad. Existe, por tanto, obligación de creerles también cuando declaran la repentina y perfecta curación mediante el prodigio de la Virgen.
Enseguida; los testimonios de los testigos de la curación, todos la califican, de un modo o de otro, de súbita y completa, es decir, de milagrosa, en el sentido teológico de la palabra.
- El Padre Pichon:
- «Vi a la niña poco tiempo después de su curación y muchas veces hasta que entró en el Carmelo. El mal, que hubiera podido alterar su equilibrio mental, no había dejado absolutamente ninguna huella, lo cual me confirmó en la curación milagrosa». -
- Marcelina Husé(12):
- «Me asocié a las oraciones muy fervorosas que hacían sus hermanas. No fui testigo directo de la escena de la curación; pero llegaron sus hermanas a casa del Señor Guerin, y dijeron: -Teresita esta curada; la ha curado la Virgen Santísima- Al día siguiente vino Teresita a casa de su tío y constató, en efecto, que estaba perfectamente curada, y desde entonces jamás reapareció nada de su mal.» - En otro momento declara:
- «Nadie en su alrededor dudaba de que la curación fue un milagro de la Santísima Virgen, como se creyó también que el mal no era sólo natural». -
- María Elisa Guerin (Sor María de la Eucaristía):
- «En la crisis más fuerte cesó el mal súbitamente, después nunca se produjo ninguna manifestación de este mal». -
- Paulina Martín (Madre Inés de Jesús):
- «El mal desapareció súbitamente, para no reaparecer más. Desde ese momento no reapareció ya más rastro alguno de su mal». -
- Celina Martín (Sor Genoveva):
- «A los 10 años fue curada instantáneamente por la Santísima Virgen de una enfermedad muy grave y muy extraña súbita y totalmente en una milagrosa aparición. Nunca, a lo largo de su vida, se produjo nada que pudiera recordar, ni de muy lejos, la crisis que atravesó». -
- Leona Martín (Sor Francisca Teresa):
- «Por su parte, afirma: Cuando me levanté de mi oración encontré a Teresita perfectamente curada. Había recobrado su rostro la serenidad y la belleza, y jamás después reapareció ningún rastro de esta extraña enfermedad. Súbitamente, Teresita se encontró en perfecta calma. Estaba perfectamente curada». -
- Por último, habla su hermana María (Sor María del Sagrado Corazón):
Refiere la posición estática de Teresa, y concluye:
- «No me había yo engañado, Teresita estaba curada». «Jamás reapareció ningún rastro de este mal ni aún nada análogo. Ella ya no era ni impresionada ni nerviosa». -
Terminada la visión, Teresita quedó curada. Desaparecieron los terrores, las alucinaciones, las crisis. Comenzó su vida de siempre. Al siguiente lunes, fue a ver a sus tíos, y, poco a poco, comenzó a recobrar la debilidad de sus fuerzas.
Referencias:
Padre Alberto Barrios Moneo C.M.F - Misionero Claretiano. Apasionado investigador de orígenes carismáticos. Fue “La espiritualidad de Santa Teresita del Niño Jesús” la que lo motivó a su primeras investigaciones. Adicionalmente escribió también el libro: "Santa Teresita, modelo y mártir de la vida religiosa”.
Hipermnesia: es el fenómeno consistente en el incremento en el recuerdo neto, número total de estímulos que recuerda una persona en una determinada ocasión, ya sea en intentos sucesivos o entre grupos experimentales.
La enfermedad de Huntington: conocida antiguamente como baile de San Vito o mal de San Vito, es un trastorno genético hereditario que afecta los movimientos, el pensamiento y el comportamiento. En la mayoría de los casos, el paciente comienza a sufrir un deterioro lento, a lo largo de 15 o 20 años.
El término corea tiene sus orígenes en la palabra griega "choreia" que significa danza. Se define como un movimiento involuntario abrupto, irregular, de duración breve y baja amplitud que cambia de una zona corporal a otra sin una secuencia definida. Suele localizarse en las partes distales de los miembros, especialmente en las manos, o en la cara.
Alfonso Henry Notta: Doctor en medicina, habiendo practicado toda su vida en Lisieux (externo en medicina en 1846 - interno en 1847). Fue médico de la familia y particularmente quien atendió a Teresita. De su ciencia y experiencia pudo asegurar la Madre Inés (Paulina); apelando al elevado concepto que de él tenían los Señores del Tribunal Eclesiástico: «han conocido al Dr. Notta, saben que era un práctico de muy alto valor. Por lo que, no era un médico mediocre. María no teme calificarle de «sabio Doctor. Se ha dicho de él que no era un psiquiatra, concedido, sin embargo, nadie puede negar que estudió el caso.
Isidoro Guerín: hermano menor de Santa Celia Guerín (mamá de Santa Teresita) y María Luisa Guerín, la mayor de los tres hermanos.
Padre Almiro Pichón (Jesuita): Director espiritual de la Familia Martín Guerin.
Síndrome de Charcot-Marie-Tooth: La enfermedad de Charcot-Marie-Tooth es un trastorno neurológico degenerativo que generalmente aparece en la adolescencia o los primeros años de la edad adulta. Jean-Martin Charcot fue un neurólogo francés, profesor de anatomía patológica, titular de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso, miembro de la Académie de médecine (1873) y de la Académie des Sciences (1883). Fundador junto a Guillaume Duchenne de la neurología moderna y uno de los más grandes médicos franceses.
Escuela de la Salpêtrière: El líder de la escuela fue Jean-Martin Charcot. Charcot creyó que la hipnosis era sólo una variedad provocada de la histeria. La base de ambas era una alteración patológica localizada en el sistema nervioso que llegó a llamar lesión dinámica.
Actas y Documentos Oficiales de los Procesos Informativo y Apostólico para la Beatificación y Canonización de Santa Teresita, documentadas en el mismo libro: «Un problema oscuro en la infancia de Teresa de Lisieux - Histeria o Diablo» (que dicho por el mismo autor; -ha tenido la envidiable fortuna de estudiar a fondo en la Ciudad Eterna-).
Jérôme Ribet nació en 1837 y fue ordenado sacerdote en 1863. La Iglesia de Francia aprecia su valor y su personalidad y le considera como un sacerdote en quien "la elevación del alma se unía a una gran firmeza". Entre sus libros esta “La suma teológica de Santo Tomás de Aquino"
Marcelina Husé: muchacha de servicio de los tíos de Teresa quién más tarde ingresaría a la vida religiosa en la Orden de San Benito con el nombre de Sor Josefa de la Cruz.
- Historia de Un Alma
Capítulo III
Manuscrito A (1873 - 1877)
- Teresa de Lisieux - Obras Completas"
- Escritos Oficiales del Carmelo de Lisieux
- Referencias Propias del Libro: «Un problema oscuro en la infancia de Teresa de Lisieux - Histeria o Diablo»
Fotografías: -Del Documental de Secrets d'histoire - Thérèse, la petite sainte de Lisieux
- Del Archivo Oficial del Carmelo de Lisieux
- De la Película "Therese" - Una mujer ordinaria con un alma extraordinaria. Basada en la vida de Santa Teresita del Niño Jesús
- Wikipedia
Realizado por: Ricardo Cano López
@HistoriaDMiAlma
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