Le llevaban a menudo rosas que Teresita deshojaba sobre su crucifijo, acariciándolo con cada pétalo y como un día, iban cayendo por tierra esas sagradas reliquias:
Recoged cuidadosamente estos pétalos hermanitas, (dijo Teresita) más tarde les servirán para hacer obsequios ¡ No pierdan ninguno !...
Efectivamente... esos pétalos no sólo han servido para obsequiar, sino que han obrado grandes milagros.
Santa Teresita del Niño Jesús
Referencia: Historia de un alma
Cap. XII, No. 40
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