Usted, Madre, sabe bien que yo siempre he deseado ser santa, pero, ¡ay!, cuando me comparo con los santos, siempre constato que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cumbre se pierde en el cielo y el oscuro grano que los caminantes pisan al andar. Pero en vez de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual soy, con todas mis imperfecciones.
Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo.
¿Qué caminito quiere pues enseñar a las almas?
El Caminito de la infancia espiritual, el caminito de la confianza y el abandono total. Quiero indicarles los medios sencillos y fáciles que a mi me han dado resultado tan excelente y decirles que tan solo una cosa debe hacerse acá abajo: ¡Obsequiar a Jesús con las flores de los pequeños sacrificios, ganarle con caricias! ¡Así es como yo le he conquistado; por eso seré bien recibida!
Si con mi caminito de amor las indujese a errar, no teman que se los deje seguir por mucho tiempo. Pronto me aparecería para decirles que tomen otro camino; pero si no vuelvo, crean en la verdad de mis palabras: Jamás se tiene demasiada confianza en Dios, tan potente y misericordioso. ¡Se obtiene de Él todo cuanto de Él se espera! (1)
Santa Teresita Del Niño Jesús
Se trata de un camino a lo largo del cual se halla uno penetrado del sentido del abandono confiado en la misericordia divina, que hace liviano incluso el más riguroso compromiso espiritual. (2) San Juan Pablo II
Referencias:
(1) Historia De Un Alma
Capítulo XII (El Calvario, vuelo hacia el cielo)
No. 38
(2) De la homilía durante la Celebración de nombramiento como Dra. de la Iglesia.
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